martes, 26 de marzo de 2019

LECTURA Y DEBATE ORAL. CIENCIAS Y LETRAS

Tópicos y estereotipos asociados a Ciencias y Letras

LETRAS
CIENCIAS
Hablan bien.
Escriben bien.
No son realistas. Son más fantasiosos.
Son más idealistas. Políticamente comprometidos
Creativos
Sus estudios son más fáciles
Vagos
Son más sensibles y espiritualistas
Son más rigurosos.
Más trabajadores.
Hacen bien las cuentas
Son más realistas. Se atienen a los hechos,
Son más sistemáticos.
Son más pragmáticos
Son más serios
Sus estudios son más difíciles
Trabajadores
materialistas
Son carreras para mujeres, curas y hombres con poca ambición material.
Son carreras para hombres más ambiciosos y trabajadores.



Lee este enlace de EL PAÍS sobre los estudiantes de Letras y de Ciencias.

REPORTAJE:

Vago, a letras; empollón, a ciencias

Los estereotipos condicionan la elección de estudios en el bachillerato - Tópicos de simpatía e indecisión frente a los de inteligencia y materialismo

El alumno de letras es sociable simpático y abierto, pero vago, incapaz, despreocupado e indeciso. El de ciencias es inteligente, serio y responsable, pero individualista, insociable, aburrido y materialista. Así opinan de sí mismos y de sus compañeros 36 alumnos madrileños de entre 14 y 18 años que fueron reunidos para hablar de la elección de estudios que han hecho o la que están a punto de hacer. Se trata de parte de una investigación cualitativa dirigida entre 2003 y 2007 por la profesora de Sociología de la UNED Mercedes López Sáez, en la que los chavales reproducen el estereotipo clásico: los vagos, a letras; los empollones, a ciencias.
Una imagen que afecta, por supuesto, al género: el chico que elija Humanidades perderá características masculinas a ojos de los demás y se le tachará de incompetente. Igualmente, la chica que elija la rama de tecnología perderá para sus compañeros características típicamente femeninas de sociabilidad, señala el estudio, titulado Diferencias en elecciones de modalidades de bachillerato entre chicas y chicos.
"Los jóvenes son producto de una sociedad, y eso es lo que reproducen"
Las materias abstractas requieren un mayor esfuerzo
Los estereotipos conllevan simplificación y generalización. Son injustos y muchas veces son feroces guardianes de lastres sociales, pero acaban impregnando la realidad de manera que resulta difícil diferenciar: ¿Es el estereotipo el que provoca una situación o se trata de una realidad, simplemente, generalizada? La profesora tutora de Antropología Social y Cultural de la UNED María Dolores Aguilar habla en este caso de "naturalización del estereotipo", es decir, "convertir en realidad algo que no lo es". Aguilar lo tiene claro: "A pesar de que la adolescencia es una etapa de rechazo al mundo adulto, los jóvenes son el producto de una educación y de una sociedad y eso es lo que reproducen".
La dicotomía letras-ciencias es un clásico. Los propios profesores, en otra parte del estudio en el que se entrevistó a 11 docentes madrileños, lo constatan: "Hay gente que no tiene capacidad y ha sacado un bachillerato con una media de 6 a base de horas y horas y horas..., Y no dan más de sí. Y, sin embargo, si esa gente se hubiera metido en un bachillerato de ciencias no hubieran podido sacarlo. Estoy convencida, no es que sea tópico", dijo una docente de ciencias. "Los inteligentes hacen Tecnología y los no inteligentes hacen Humanidades. Ésta es la batalla de los de letras, pero que está potenciada por los profesores... los de Química, Matemáticas y Biología por lo menos", dijo otra de letras.
¿Son intrínsecamente más difíciles las ciencias? Se habla de la dificultad de unas materias más abstractas, que requieren "un mayor esfuerzo por parte de los alumnos", decía el profesor de Química Ángel Zamoro hace unos meses a este periódico. Pero, aunque puede tratarse de la profecía autocumplida (por aquello de los vagos), la estadística dice que los alumnos de Ciencias de la Naturaleza y la Salud y Tecnología repiten menos en 2º de bachillerato (el 22,9% y 28,9%, respectivamente) que los de Sociales y Humanidades (29,6%), y mucho menos que los de Artes (45,5%).
La enseñanza de las materias de ciencias depende, como la cualquier otra, del profesor, aseguraba Esther Tobarra, premio extraordinario de bachillerato por sus notas en esta rama. De hecho, la didáctica de las ciencias, en general, y de las matemáticas, en particular, lleva años en el punto de mira. Expertos internacionales como el británico Jonathan Osborne no se cansan de reclamar el destierro de las pizarras llenas de fórmulas interminables y las verdades rígidas e incuestionables, para sustituirlas por el debate, la discusión y la práctica.
Pero dentro de ciencias y letras también hay subcategorías, que tienen mucho que ver con el sexo. La opción de Tecnología en bachillerato, identificada con la mayor dificultad, sólo la elige un 8,9% del alumnado, y, de ellos, el 80% son varones. Ciencias Naturales y de la Salud, también identificada con mayor dificultad que las letras, la estudian el 37% de los bachilleres. Sin embargo, se identifica mucho más con las mujeres, que representan el 50,7% de esta opción. La mitad los bachilleres están en Sociales y Humanidades, y aquí sí son mayoría (63%) las mujeres. El porcentaje más pequeño de bachilleres (engañoso, porque se ofrece en pocos institutos) está en la rama de Arte: un 3,9%. De ellos, el 64% son mujeres.
Las páginas de Educación dejan de publicarse durante las vacaciones escolares. Volverán en septiembre.

LA PRESIÓN FAMILIAR Y SOCIAL

"Letras se asocia a los estudios fáciles, cómodos, llevaderos y prácticos. Ciencias se asocia a estudios difíciles, arduos, áridos, trabajosos pero con prestigio", dice el estudio sobre las opiniones de los jóvenes. "La tecnología les va a facilitar el trabajo futuro. Piensan muchísimo en su futuro", apunta un docente en otra parte de la investigación.No es extraño, entonces, que los muchachos admitan que en la elección de ciencias, aunque sea a veces sutilmente, pesa la influencia familiar: "Yo creo que tus familiares siempre te van a ver mucho mejor si coges un bachillerato de ciencias que un bachillerato de letras", dijo un alumno del bachillerato tecnológico. "Me di cuenta de que mis padres el periodismo lo veían como inferior a una ingeniería, que tenía como menos salidas. Entonces me metieron en la cabeza que no, que ingeniería", señalaba otra estudiante.Las ciencias suelen estar más vinculadas a la vocación y una cierta claridad sobre su futuro, mientras que las letras son una elección más abierta, más relacionada con la indecisión, según las perciben los jóvenes. Además, defienden que esta opción es totalmente independiente y poco condicionada por la familia, aunque sí por los amigos: "Te guías un poco por tus amigos. Las primeras opciones que te planteas son las que van a elegir", añade una alumna de Humanidades y Ciencias Sociales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 30 de junio de 2008


Cómo saber si eres de ciencias o de letras

Einstein compaginó la física con la música y demostró que la clásica dicotomía del alumno de instituto puede esquivarse.
¿Es la regla o la excepción? Universidades de todo el mundo buscan respuestas.
Brian May, guitarrista y compositor de la mítica banda Queen, no sólo le interesaban las estrellas del rock. El melenudo compositor de éxitos como We Will Rock Youobtuvo un brillante doctorado en astrofísica e incluso publicó un artículo de investigación sobre esta sesuda rama de la ciencia en la revista Nature.
Polifacético era también el científico más emblemático de todos los tiempos, Albert Einstein, que compaginaba de maravilla revolucionar la física con ser un virtuoso violinista. ¿Significa eso que no somos o de letras o de ciencias? ¿O se trata solamente de dos excepciones que confirman la regla?

Cuando se le pregunta al neurocientífico japonés Hikaru Takeuchi, responde con rotundidad: «Hay personas buenas en matemáticas y otras buenas para las humanidades y el lenguaje, eso es un hecho». Empeñado en encontrar una explicación a estas diferencias, decidió analizar la actividad cerebral de 491 estudiantes usando escáneres de resonancia magnética funcional. Y lo que encontró reforzó sus ideas. «Los estudiantes de ciencias tenían un mayor porcentaje de materia gris en la corteza prefrontal medial y el área frontopolar, mientras que en los alumnos de humanidades encontramos una alta densidad de materia blanca alrededor del hipocampo derecho, la sede de la memoria», explica Takeuchi.
No sólo eso. Además, comprobó que los estudiantes de ciencia tienden a sistematizar los acontecimientos, se interesan más por lo impersonal y «comparten rasgos con las personas del espectro autista», según aclara el investigador nipón. En contraste, a quienes se inclinan por el arte les conciernen más los temas relacionados con las personas y muestran actitudes más empáticas.
Otro argumento a favor de la separación entre letras y ciencias lo ofrecieron hace poco neurólogos franceses en la revista PNAS. A grandes rasgos se habían propuesto dilucidar si existe un región cerebral especializada en entender la geometría y el álgebra. Y dieron con ella. Escáner en mano, identificaron una serie de circuitos de la corteza prefrontal, la corteza parietal y el lóbulo temporal inferior que se activan específicamente cuando los matemáticos se enfrentan a problemas complejos. Y lo que es más interesante: esos circuitos coincidían con los que que entran en juego cuando cualquier persona no experta maneja números, resuelve sumas o ve una fórmula matemática escrita en papel.
La cosa no acaba ahí. El año pasado, científicos de la Universidad de Princeton (EE UU) demostraron que las neuronas situadas justo bajo los ojos, en la corteza orbitrofrontal, se ocupan del cálculo de probabilidades. A lo que se suma que investigadores de la escuela de Medicina de la Universidad de Stanford (EE UU) detectaron una pequeña población de neuronas que se activa cuando los números se escriben con cifras (5, 28, 40) y no con letras (cinco, veintiocho, cuarenta).
Eso sí, las células de las mates se distribuyen por ambos hemisferios. Se acabó aquello de considerar que la mitad izquierda del cerebro es la lógica y la derecha la artística. Ninguna habilidad está confinada a un único lado de la mollera. Tanto si componemos un bello poema como si solucionamos una ecuación, las dos mitades del cerebro sudan la gota gorda. Es más, cuanto más comunicadas y conectadas están las neuronas de ambos hemisferios, mejor se nos da resolver problemas, tal y como se podía leer en un estudio dado a conocer en Cerebral Cortex.

A la vista de estos trabajos parece indiscutible que el cerebro humano está bastante compartimentado. Pero eso no implica que haya que encasillar a las personas cuando se sientan por primera vez en un pupitre. Las neuronas se especializan, no hay duda, pero los individuos pueden tocar todos los palos aprovechando la plasticidad de la mente. Como hicieron en su día Brian May y Albert Einstein.
De hecho, cuando se le pregunta a Takeuchi por esta cuestión, reconoce que ignora si las diferencias cerebrales que han encontrado entre alumnos de ciencias y de letras existen antes de elegir especialidad o surgen como consecuencia de estudiar materias distintas. Algo que tampoco aclaran los investigadores que descubrieron que los buenos dibujantes tienen más materia gris en el cerebelo anterior izquierdo y el giro frontal del cerebro.
Hermundur Sigmundsson , de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU), va aún más lejos y asegura que a estas alturas no existe base científica alguna para usar de excusa eso de que «los números no son lo mío». En un estudio con 70 estudiantes de 10 años de edad del que se hacía eco Psychological Reports llegó a la conclusión de nadie nace siendo Calculín: lo que nos hace buenos en mates no es el talento innato sino la práctica. «No existe un gen matemático: se nos da bien lo que ejercitamos», afirmaban Sigmundsson y su equipo. La única forma de ser realmente un as de los números y las cuentas es, defienden, practicar, practicar y practicar.
Que encasillarnos en letras o ciencias tiene poco sentido lo confirmaron también Kaili Rimfeld y sus colegas del King's College de Londres (Reino Unido). Analizando datos de 12.500 gemelos descubrieron que los genes que afectan al rendimiento académico en lengua, matemáticas, ciencia, humanidades, idiomas, informática y arte son exactamente los mismos.
Otra frase que debería ser erradicada definitivamente es «el que vale, vale; y el que no, a humanidades». La sentencia suele salir de boca de los que estudian o han estudiado alguna rama de ciencias, claro está. Pero lo cierto es que cuenta con el aval de la sociedad al completo. El prejuicio de que las personas más inteligentes son las que mejor se defienden con las matemáticas y la física -las asignaturas duras-, mientras que la lengua, el arte y la historia son «para torpes» está fuertemente arraigado en nuestra sociedad. De ahí que,por defecto,consideremos que un ingeniero es más listo que un filósofo o un artista.
Una idea que la ciencia se está encargando de desmentir. Sin ir más lejos, un ensayo con 116 estudiantes demostró que en el pensamiento convergente -el que busca soluciones únicas- y el pensamiento divergente -que contempla varias perspectivas y soluciones- no hay diferencias entre alumnos «de ciencias» y «de letras».
Al final, parece que Einstein llevaba razón cuando defendía que «los mejores científicos también son artistas».

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